¿Cómo fue su formación en arquitectura?
Hice el ciclo básico de bellas artes conjuntamente con el secundario, cuando me recibo recién me voy a estudiar arquitectura a La Plata. Regreso en el cuarto año y me pongo a estudiar en el superior de bellas artes.
Arquitectura y humanidades eran de las carreras más conflictivas, donde la “montada” entraba todos los días y teníamos que salir corriendo para el bosque con un miedo constante. Esas cosas me hicieron pensar que me iba a sentir más cómodo, más seguro, en mi ciudad natal. Sin saber que esto era a nivel nacional, pensando incluso, que todo pasaba en La Plata.
Esa ignorancia que nos llevó a vivir lo que vivimos.
¿Qué le aportó esos años en arquitectura para encontrar lo que hoy es su imagen plástica?
No tengo la sensación de una carrera truncada. Me costó mucho pero aprendí a capitalizar todo lo que he hecho. Hay algunas obras que encuentro que tienen mucho que ver con la arquitectura. Son tremendamente planimétricas, estructuradas, con perspectivas difíciles. Quizás haciendo un alarde de lo que era mí dibujo y lo que aprendí en arquitectura. Después me fui desprendiendo de toda esa línea pero me aportó mucho. No rechazo las influencias pero hoy me sucede encontrar a alguien diciendo: mirá eso es un Morua, sobre algunos de mis dibujos.
Estás conceptuado como uno de los dibujantes más destacados de la provincia de Buenos Aires, sin embargo en tu obra actual pareces renegar de esa disciplina. ¿Es así?
El dibujo y la pintura siempre fueron para mí caminos paralelos. Cuando mí pintura de caballete estaba influenciada por la arquitectura, en los dibujos aparecían influencia de los libros de anatomía que vi y leía de mis compañeros de medicina y de los cuales aprendí lo que eran huesos y músculos. En el primero siempre hubo más una crítica social que después con el tiempo se fue incorporando a la pintura. En el ´94 realicé la más grande exposición de dibujos, eran más de noventa trabajos. Había algo de esculturas y pinturas también que había hecho hasta ese momento. Hoy sería totalmente vigente, estaba la problemática de los chicos de la calle, los jubilados, la ecología, la posición de la iglesia en determinados temas. Fue mi primera y gran exposición. Haciendo una retrospectiva me doy cuenta que de no haber tenido esa construcción sólida en el dibujo mis obras se hubiesen caído y no tendrían esa fuerza que tienen.
Después de esa muestra ya no continúa el dibujo si no pintura-pintura ¿Por qué?
Vos a me has definido como un artista que trabaja en serie, lo cual asumí. Trabajo en etapas muy marcadas. Pinturas que entran y salen con distintas temáticas. Trabajar con brocatos y otros tipos de telas me posibilitó desarrollar un tema sobre las mujeres en la historia como Eva Perón, Mata Hari o Lucrecia Borghia. Posteriormente incursiono en la serie sobre pampas y mapuches que es una de las más importantes, no solo por que abarcó distintos materiales y objetos sino que salió del cuadro convencional. De todas formas se le nota esa construcción que es el dibujo y la arquitectura que sustenta la obra. La pintura es más sentimiento. De los artistas que son como referentes para mí, casualmente son todos eximios dibujantes.
¿Cómo concebís una obra?
Cada noche hago un cuadro distinto. He creado mucho dentro de mi cabeza y una vez concebida hasta la he criticado, modificado y expuesto. Todo eso sólo dentro de mi cabeza y hasta de una manera teatral. Y nunca vio la luz. Tiene que haber un disparador muy poderoso para que inicie una serie. Ahora estoy en una actividad de la cual descubrí que era mi obra de este último tiempo. Es un lugar donde la gente puede circular, estar en cada detalle. Es en Colonia Nievas y su construcción fue de creación cotidiana. Es como una instalación donde la gente convive, se sienta, charla, leen, escuchás sus risas. Hay fotografías familiares, de mi pasado, de esas chiquitas con los bordes dentados. Es como haber creado un útero, un lugar para estar todos adentro. Es una obra que se abre y se cierra.
Silvio Oliva Drys
Web del artista