El orden de tu taller me sorprende ¿a que se debe?
Heredé de mí madre este orden, también su temperamento, gestos, algunas cosas buenas y otras no tanto, que muchas veces me sorprende.
En cuanto a lo propenso, al drama de carácter étnico, lo he heredado de la sangre gallega. Una manera de ser que se inclina más a lo negro que a lo amarillo, la luz.
No es que sea pesimista, ni que tenga un pensamiento vivencial, es una cuestión más espiritual, casi mística, de sentir ese pensamiento trágico de la vida.
Algo que me alegraría mucho sería que una obra sea capaz de generar determinados sentimientos, traducidos en ideas, palabras. Una forma de sentir que lo que uno ha hecho y deja en el mundo no pasa en vano y que habita el espíritu del otro.
Usted fue jurado de numerosos certámenes ¿qué le aportó esa experiencia?
Participé, con real interés, en más de 160 jurados en todo el país. Esta labor no se disfruta, se la vive con intensidad, a veces, con interrogantes. Uno puede tener equivocaciones de las cuales percibe luego que se equivocó, o a lo mejor, que no estuvo del todo acertado. Como en las cosas de la vida, uno acepta en un momento dado y en otro cambia de opinión.
¿Le interesa la política?
Uno se ha comprometido muchas veces a lo largo de su vida, y ese compromiso puede coincidir o no con el otro, pero es el ejercicio de la libertad humana. La palabra compromiso tiene un profundo significado. Es muy difícil adentrarse mucho en su propio ser interior, darle una forma y una identidad legítima. Es un esfuerzo en que se nos va la vida, en ese compromiso por tratar de ser en el sentido más profundo.
Nunca he tenido vocación política, pero la reconozco en otros y deposito mi confianza y mi esperanza, que es lo más importante.
¿Siente que hay un arte argentino, de carácter nacional?
Hay testimonios que demuestran que existe una respiración argentina. No es ninguna novedad que descendimos de los barcos, si bien puede haber expresiones autóctonas, las culturas desarrolladas en esta parte del sur no han sido tan relevantes como las del norte.
Los Mayas y Aztecas, por ejemplo, llegaron a un desarrollo total en cuanto a arquitectura, urbanismo y todo lo que ello constituye, a lo que se suma la pintura y las artes menores. Todo está conjugado en esas grandes culturas.
En el Sur de América no hay esa injerencia. Nuestra herencia viene de Europa, no es en vano que esa cultura no se haya desarrollado en un territorio de características tan peculiares como son las de Argentina, con su horizonte, la gran planicie con accidentes, ríos majestuosos y ese sur deslumbrante, pero la gran soledad y los vientos de la Patagonia condicionan mucho al hombre argentino, pero hay un color, una materia, un hacer que nos identifica.
¿Se reconoce como un colorista?
Siento mucho el color, con todas las variantes, por ahí aterrizo en tonos bajos, pardos o en grises y de pronto en una exaltación polícroma.
El uso del color está ligado al estado de ánimo o a una decisión totalmente deliberada de estar observando. Leopoldo Presas es un gran colorista, tiene una forma muy particular de manejarlo, con la sutiliza de los grises, las trasparencias, la sensibilidad. Miguel Diomede y Raúl Russo, son exponente de ese tipo de pintor. Pero han existido maestros anteriores como Quiroz, un exaltador del color, heredado de Fader que se expresa en la vibración, en el manejo de la materia y en esa respiración que tiene el color.
Los maestros nuestros nacidos a comienzos de siglo XX como Butler, Basualdúa, Forner, Bigatti, se relacionan con la exaltación de la forma constructiva, el cubismo y postcubismo y el manejo del color construido.
En ese momento, era muy importante la construcción como la arquitectura del cuadro. El color no se expresó tan libremente como el estallido de lo que después serían expresionistas como Santiago Cogorno.
La plástica produce nuevas propuestas, aunque no se van superando porque en el arte no se supera nada. Dentro de las grandes expresiones cabe preguntarse, por ejemplo, ¿los impresionistas han sido superados por los cubistas o postcubistas?
¿Qué obra de su vasta producción permanece en usted como hito?
Una obra que es la que más quiero y casualmente es una pintura que en algunos aspectos puede ser considerada académica, sin embargo, otros le adjudican un carácter surrealista. Corresponde a una serie del ´76 que llamé “Todo lo que pasa, pasa”. Es una obra figurativa que me representa mucho, un resumen de todo lo mío, sentimientos, vicios y forma de ver la vida.
¿Por qué es artista?
El hombre no hace arte gratuitamente sino a través del tiempo. Es uno de los testimonios más claros y definido de su deseo por permanecer, por eso no creo en el arte efímero. El hombre no quiere morir, es el único ser vivo que tiene conciencia de sus límites y sabe que su vida es finita, y si bien lo puede aceptar, todos en el fondo quieren ser inmortales, pero se sabe, al mismo tiempo, que es imposible, es como la aceptación de una fatalidad.
Silvio Oliva Drys / marzo de 2003
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