Renata Schussheim

Renata Schussheim

¿El que estés indagando en distintas disciplinas tiene que ver con inconformismo o es una búsqueda permanente?

Pongo toda la carne al asador y creo que tiene que ver con la búsqueda por que todo agrega, enriquece. Disfruto bastante con mí trabajo, padezco también, a veces cuando estoy dibujando, tengo una idea y de golpe se va para otro lado. No es nada tan racional y me gusta que eso quede en una zona misteriosa, por eso no me gusta hablar ni del proceso ni de lo que significa por que esa zona de misterio hay que respetarla. Salió de mí, ahí está y ahora que se haga cargo otro.

¿Cómo manejas cosas tan opuestas entre si como es el trabajo intimista de tu propio taller y el del teatro en equipo con directores, modistas, actores?

Como puedo. Me gusta el trabajo en equipo pero el trabajo de teatro es muy dispersarte y exigente y no tiene nada que ver con lo otro. Se unen sí, todo el tiempo saco cosas de teatro y las pongo en la plástica o invierto. Está todo mezclado en mi cabeza. Generalmente habla un director y me aparece la imagen y mientras lo voy dibujando se completa. Es un momento íntimo y agradable. Lo lindo de la vida es la etapa de preproducción, de preparación de las cosas, cuando estás en el proyecto.

Hacia fines de los `80 y comienzos de los `90 surge tu acercamiento a artistas del rock local que se conoce como “glamoroso”: Virus, Charly García, Spinetta. ¿Desde qué lugar pudo surgir esa amalgama de lenguajes estéticos diferentes?

A partir de la gente. Caminaba por la calle cuando conocí a Moura, él tenía un local de ropa, no estaba metido en el rock, no cantaba ni tenía el grupo “Virus”. Vi esa cara tan increíble que tenía Federico y me acerqué al negocio y le pregunté como se llamaba, me presenté y le dije que teníamos que ser amigos. Así fue. Me di cuenta de que era una persona increíblemente culta, informada, compartíamos gustos musicales y después él se metió en el rock. Hicimos cosas juntos pero solo aporté a su imagen.

En cambio sí creé la imagen de Charly en “Piano Bar”, ahí tuve una idea muy concreta de Charly con gomina y sombrero. Pero siempre es a partir de la música y ya hay como un olfato, un perfume de lo que en ese momento hay que transmitir. Creo que el artista es eso, capta algo, lo transmite y lo convierte en imagen.

¿Sería viable hoy un movimiento como lo fue el Di Tella?

No lo creo, siempre hay algo para revolucionar pero es una época que la siento como una meseta, no hay esa exaltación que hubo en donde todos estábamos conectados y se dio un fenómeno musical, en la moda, artes plásticas. El hippismo, el no a las guerras. Había una gran energía.

Sería más difícil convocar ahora para un instituto para hacer experiencias. También es cierto que al no haber un espacio convocante para la experimentación tampoco sabés lo que podría llegar a pasar.

En el Di Tella había muchas cosas valiosas y porquerías también. No todo era fantástico, eso es un mito. No es coquetería pero la gente del Di Tella es un poco más grande que yo. Entonces lo viví solo husmeando por ahí. Y conocí a Oscar Araíz.

¿Hablamos de tus comienzos?

A los nueve años lo único que quería era aprender dibujo y con Ana Tarsia aprendí mucho, hasta hoy en día aplico lo que ella me enseñó. Y con Carlos Alonso cuando tenía quince años, él me supervisaba los trabajos y me decía: hacete un autorretrato, y cuando lo intenté me quería cortar las venas. Todo eso del autorretrato creo que fue fagocitado por él. Me dijo: mirate en el espejo para aprender.

Me pone muy nerviosa trabajar con modelos, me gusta estar sola, que no me miren. Si estoy acompañada no puedo hacer nada. Tiene que ser un momento de mística y soledad.

Leí por ahí que una vez volaste en tu infancia ¿es verdad?
A los cinco años tuve como la certeza de que había salido de mi cuna y dado una vuelta sobre la habitación. Hasta una determinada edad lo contaba con una sensación concreta de que había sido una realidad. Ya no la tengo.

¿Sentís que perdiste algo ahí?

Sí. En la infancia es como que todo es posible. Creo que pasan cosas y cuando comenzás a crecer te van diciendo que no es posible. Hay episodios mágicos en la infancia que después se van perdiendo.

¿Y en el arte todo es posible, como en la infancia?

Es un territorio que tiene que ver con eso. Se juntan ahí y cuando se da es maravilloso.

Silvio Oliva Drys / junio de 2009

 

Web del artista