Carlos Alonso

Carlos Alonso

¿Con qué obra cree Carlos Alonso que dejó una parte de lo que es en sí mismo?

Siento un gran descanso interior por haber hecho la serie “Manos Anónimas” por que era una obligación que tenía conmigo mismo y no es bueno en el arte tener obligaciones. Es bueno hacer lo que uno quiere pero hay un grado de responsabilidad que siempre he sentido como poseedor de un lenguaje, de un idioma, de una forma de comunicación que me llevaba a esa sensación de sentir una responsabilidad con mi vida y conmigo mismo, por que yo también he sido victima, y como victima tengo derecho a una réplica y tengo la obligación de contar lo que viví. Siento un gran alivio y me siento muy libre ahora para hacer otras cosas.

¿Una especie de catarsis?

Más que eso por que catarsis es más libre, es como despojarse mientras que acá es como afirmar, es como tratar de ver la propia palabra, de dar la propia visión. Entonces tiene mucho más grados de compromisos que no son solamente estéticos, son humanos, y todo lo humano es misterioso, indefinible, inapreciable. Como el arte trabaja esa materia, esa especie de nebulosa donde se mueven los autores tratando de apresar las ideas que pujan desde adentro y encontrarles forma. Siento una gran alegría interior en haberlo podido hacer, aunque no lo hice en la medida en que quería. Eran los bocetos de los cuadros que quería pintar y quedaron esos bocetos en esa serie. Eso fue lo máximo que pude hacer y ahí está, afortunadamente para que lo vean las nuevas generaciones.

¿Siente que en la actualidad hay una mayor justicia?

Desde luego hemos avanzado como avanzamos los argentinos, de una manera muy impura. Pero somos un país así, muy particular, muy personal. Como alguien dijo:"El bien lo hacemos muy mal y el mal lo hacemos muy bien”. Es muy importante esta nueva etapa de terminar con la impunidad y de encontrar finalmente la justicia. Creo que se está haciendo mucho y muy valioso. No es como a mí me gustaría hacerlo, pero bueno, estoy totalmente a favor.

¿Y cómo lo haría usted?

No se cómo lo haría porque no soy político pero seguramente no mezclaría tanto la parte política en el sentido electoralista. Hay un cierto uso de los derechos humanos siempre impuro. Pero bueno, es parte del sino de lo que somos, del país y las personas que somos.

¿Qué obra le gustaría ilustrar que aún esté como materia pendiente?

Me gustaría hacer algo con Kafka por que me parece uno de los escritores que más ha sacado capas de la realidad del hombre, la soledad y la relación entre el individuo-burocracia, y Passolini también porque es un escritor aguerrido, inconformista y americano en muchos sentidos. Americano en cuanto a comportamientos y renovador. Esa especie de salud que tienen los países nuevos donde todo está por hacerse, todo está por pintarse, por escribirse, por filmarse, eso es lo bueno de América y seguramente de África, también de Asia y los países nuevos que tienen mucha historia por vivir y que dan esa posibilidad a los artistas. Y si hablamos de los mexicanos por ejemplo Francisco Toledo, grandísimo pintor vivo por suerte, indígena además, que tiene tres o cuatro museos propios que a donado a su lugar, Oaxaca. Tamayo tiene su museo, Rivera hizo su museo, Siqueiros también, entonces esta relación de los artistas con su comunidad en otros países tiene, como en México, esa cosa fundamental para la obra y es que no va a los remates o a las viudas, pertenece a la comunidad tiene que volver a donde nació, que es el pueblo.

¿Qué hay de las motivaciones?

Las motivaciones son siempre distintas. Incluso en la propia vida van cambiando. A los 20 eran unas a los 40 otras. Hoy son otras porque cada edad las tiene. No soy la persona de 20 años que tenía una serie de urgencias, de necesidades y de vinculaciones con la pintura. Yo pintaba seis o siete cuadros por día. No me importaba nada si estaban terminados o no; si eran bonitos o eran feos. Yo pintaba y ahí sí había una catarsis. Pero al mismo tiempo había una necesidad de encontrar la propia personalidad, encontrar el propio sino o -como dice Matisse- el propio trazo, que es lo que distingue a uno de otro por que el trazo es como la propia caligrafía.

Spilimbergo decía: "Hay dos lugares para vivir y pintar París o Unquillo" ¿Cómo es crear en Unquillo?

Un peligro. Los pueblos son un peligro. Yo no salgo de acá durante meses, vivo acá en mi casa, no en Unquillo. Los pueblos son chatos, no aportan más que limitaciones a las personas. No es casual que las grandes ciudades sean más creativas porque proponen, porque están llenas de personas creativas, personas que son artistas sin oficio.

Silvio Oliva Drys / enero de 2007

 

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